No hay letras que usar de moldes de tus rizos,
como tampoco hay remedio a mis razones,
que paranoica me hayan,
a la 1 de la mañana,
buscando el consuelo,
de la calefacción a
tu ausencia.
No hay melodía curvilínea que,
dibujada sugiera,
las curvas con las que te rodea el cuello tu bufanda.
Así como no hay freno a mis mil palabras,
siempre atentas a ver qué les regalas.
No hay pajarito que rebusque más migas en el suelo,
como mis ojos releyendo una y otra vez tus versos,
o mi corazón escuchando y acompañando en secreto,
al tuyo haciendo eco.
Y no hay objeto que con la mente no mueva,
mientras peleo con los dedos,
borracha,
de sueño,
con miedo,
a depender de tus besos,
a tenerte lejos.
Mi frente vibra,
y mi lengua libre,
me hablan por caminos separados,
quien era yo y qué solía sentir,
ahora sólo te puedo pedir.
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