Descubrí una voz,
moribunda,
que lo que le quedaba intacto,
se lo quitaba,
ella misma a palos.
Casi sin saberlo,
le llevé mi aliento,
y sin pensarlo,
la até a mi lado,
necesitándola,
cuando quería gritar alto.
Quizás gritamos juntas,
o quizás no,
pero su vida,
eran los palos.
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