Music

martes, 23 de diciembre de 2014


Me he acostumbrado,
te quiero en la cuneta,
no encuentro la pena
ni el remordimiento de conciencia.

No sé decir 'ayúdame a quedarme',
no me sale alertar
de que me alejo silenciosa
bailando sobre el mar
con el ancla
aun sobre la borda.

No es lo que lo hace fácil,
no es herramienta sino consecuencia
a tu simple indiferencia,
inconstancia y verdad seleccionada
en la más exclusiva conciencia
de lo que te interesa.

Una foto,
de espaldas,
paseando por una gran ciudad
junto a su melena
que hila retratos, besos
y dormir,
en la inseguridad de la intemperie,
uno del otro muy cerca.

Una forma de mirar
a quien hace años que es feliz
en otra casa.
Una forma de hablar alto para que te escuche
sepa de ti y participe
porque añoras su atención
tras sufrir el dolor
de quedarte fuera
de amigos y pareja.
Sigues pensando en ella
crees que manejas
pero no funciona así
y menos si no te deja.

Muchos finales incómodos
de despedidas inciertas.
Quedarme quieta como el coche
en mi asiento
con una mano en la puerta
preguntándome si hoy será el día
que saque la llave con una sonrisa
porque te acerques a mi,
me abraces con la desesperación
que produce el amor
al ser uno en vez de dos
y me digas
que hoy me has vuelto a descubrir
como a quien te gustaría atesorar,
con quien quieres evolucionar,
sin pena porque dejes
ninguna emoción atrás.

No estoy de acuerdo
en que serpentees según quién
y cómo te riñan.
No estoy de acuerdo con la actitud dañina
ni con lo pronto que se te pasa
el interés por hablar
las cosas, en plural,
mañana.

No voy a buscar el origen
cuando no me completas,
no me cortejas,
no te propones conocer
más de cerca,
ni veo al mismo hombre
haya o no haya
más variables cerca.

He visto pasar por la ventana
días con sabor diferente,
otra voz,
esperanza
y más cercanía.
No sé si es mi ancla
o el viento en contra
para que no salga
de ésta costa.


sábado, 13 de diciembre de 2014


Tengo una rosa negra, 
la réplica de un piano de cola,
un búho 
y una muñequera
que vais a ir a la caja
porque no sois fiel
al cariño
con el que se os manda.

P.d.: Con cansancio a mis dos inútiles.

Me faltó el liso perfecto,
cuatro ruedas y más teclas eléctricas.
Me faltó la suerte de que me quieran,
monedas para una graduación,
mensualidades para la casa
que hoy cierras.

Pero sobretodo me faltó
una cabeza centrada
en sacar partituras porque nada
malo pasa
si lo que quieres
me hace necesaria.

Contado cada minuto para explotar,
juventud,
mi aprendizaje.
Ignorancia a teclas, números y verborrea 
porque, ¿para qué?
si tengo contigo 
una vida entera
que quieres empezar
cuando juventud
sea vieja.

Sólo hay arañas de chocolate
que amenazan con sus patas,
estáticas en el aire
capaces de bajar hasta tu cara
o volar como diente de león
entre abrazos y quieros
de ser uno en esto.

viernes, 5 de diciembre de 2014


Me hablaste de límite,
de techo,
y ya ahí
me partiste mi infinito.

No me creo haber paliado
la necesidad imperativa
de presentarme a todos
como algo más que amiga.

No me creo tu poca delicadeza
a mis borbotones de tristeza.

No me creo que no vengas.
No me creo que te vayas.
No me creo
que las excusas,
más o menos ciertas,
me tengan que dar la calma.

No me creo
que te tenga entre mis manos
como alguien domesticado a palos.
No me creo
el rol de dura
que convierte las sonrisas
en latigazos
porque ya no las miras.

No me creo
recordar más tu cara
mirando a otro lado
que atento,
aquí,
a quien te habla.

No me creo
que rellenes el tiempo
y vago aplaces gestionar,
con madurez,
tus sentimientos.

No me creo,
que a estas alturas
no te haya dado
por decorar mi cuello.

No me creo no suponer
la exclamación que te pare,
primero resuelvas
y segundo viajes.

No me creo que estés percatado
de que no estás ayudando
y sin embargo, me digas
que quieres arreglarlo.

No me creo que ignores
la paloma por cable
y hayas encontrado
un insulto de amor
cualquier noche
que yo me acostase antes.

No me creo
hablar en alto
y que no respondas nada.

No me creo que te buscara
hace tres días
y todavía ni preguntes
qué pasaba.

No me creo
que vayas a faltar a mi escenario,
que no conozcas con quienes más pienso,
que me pongas por delante
la imagen pixelada
de lo que se supone que eres tú
con una guitarra.

No me creo
que digas que tocas para mi
cuando sustituye conversaciones
de monosílabos incoherentes.

No me creo lo nuevo,
abrir la boca
y tragar
el enfado que te genero.

No me creo
que nunca respondas nada
a ninguno de éstos versos.



miércoles, 3 de diciembre de 2014

Colorín colorado,
su indiferencia
me ha matado.
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martes, 2 de diciembre de 2014


Me haces verme:

Con pinceladas sobre las pupilas,
mandíbula lacada blanca
para enmarcar dos líneas,
rojas y finas,
como quien tiene la elegancia
de ser una estrecha con la lengua.

Con colores maleducados
ordenados,
bajando unos centímetros
los morados
y haciendo flores de calor
a cada lado.

Con alas castañas,
espumosa cueva ondulada
entre hilos de olor
que aspiras y me guardas.
Es el único volumen
que no atrapan tus dedos,
es la escalera,
con rellano en la espalda
y fin en los bolsillos,
donde uno se sienta.

Con presumidos cuello y hombros,
rogando por la atención,
que agosto y sus tirantas le prestaban.

Con el llano desierto
a tu gusto moldeado
para que reposes tu cara,
tus manos y hasta tus labios,
cazadores de ombligos aislados.
Entre carretera y carretera
que baje en picado.




lunes, 1 de diciembre de 2014


He sido más rápida que el fuego,
corren trenzas de soledad por mi espalda
en el tiempo que no abarcas tras el espejo.
Te he llenado el suelo de escenarios
con papeles arañados de negros
y salpicados con notas.

He agujereado tu moqueta
con los tacones de quien proyecta
la voz
para romper barreras.
He incendiado papeles
de caramelos gastados, tickets
de funciones acabadas.
He usado medias,
te he cambiado la forma de mirar
y te he dado alguna razón para pensar
antes de hablar.

He sido más rápida que el fuego,
he quemado la basura,
he respirado
y me he extinguido,
por falta de madera
que crujir contigo.