Cuento conque el problema,
era mío,
por guardar entre sedas,
propaganda,
que le sueltas,
a cualquiera.
Y las palabras,
quizás certeras,
seguro mal fundamentadas,
que me regalas,
con una mano en el bolsillo,
y otra en mi espada,
arreglando a cuchilladas,
epidemias,
que luchan con una cara,
de sonrisa falsa acaramelada.
Quizás no deba buscar tu perdón,
y merezca tu daño,
pero quizás tú ni quieras mi comprensión,
y merezcas mi rechazo.
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