Adrenalina de la farmacia,
anestesia en spray
o pictolines de menta
y escribirte en audivisuales
lo que quiero que sientas
con tu adictivo uniobjetivo
emocional definitivo
que se quedó haciendo pellas
cuando la no necesidad del cortejo
se quedó obsoleta
y soñarte en hologramas pluricelulares
confiado y sosegado
sin verter la histeria
del trabajo perfecto inacabado
en el brusco roce obligado y seco
a mis ganas de quieros
menos circunstanciales y con más peso en el suelo.
Encontrarte acomodado
con pretensiones de participar en mi estado
sin necesidad corpórea
ni casualidad del momento.
Arropado en la veracidad
de con quién puedo.