Háblame tú,
voz callada y presumida,
de cómo era su alegría,
de cómo separaba esa piel,
aun lisa,
el aire que tus pulmones desprendían.
Cuéntame cómo se movía,
por qué reía,
y cómo descubría,
quién era,
qué quería,
la vida.
Descríbeme cómo era,
aquel joven,
que ya es hombre,
y necesito poco menos,
que cerillas y gasolina,
para encontrar en él,
alegría,
que no simpatía.
Explícame,
recréame,
en esa energía,
aliada y amante,
de la juventud,
de aquellos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario