Un sol negro,
tan brillante como el claro,
solitario de pupilas
que quemándose lo evitan.

Un sol negro en el cielo
de tierras peligrosas
para distraer.
Un sol negro en el ocaso,
fogoso como victorias
que sin entusiasmo llegan
porque permanente como el sol
es tu ausencia.

Primavera peligrosa,
vienes con tus mañanas cálidas
y piares amenazantes,
que cantan entre líneas: 'Huye
el vacío solemne
es sólo la primera parte.'

Todo lo ocupa
sus colores desorganizados
pero a mi me reserva
un llano infinito.
Sin flores,
piares
ni el más mínimo ruido.

Se respira ansia,
hecha gas de gasa,
unos filamentos imparables,
que arañan la piel reptando,
en forma de nombre,
al que se le llama,
pero dictamina insuficiente
y me quedo violada
por el ansia
en el hueco que ocupaba.

Primavera consonante
que naces relativa
provocando un ajetreo
que rezuma en mis cenizas.

Brotas verde
y yo, con envidia,
machaco marfil y carbón
rogando en agonía
'no desaparezcas
de mi vida'.

Primavera conocida,
casi cumples un año,
me vienes con flores
como presente al ansia,
los ruegos, el hueco
que tras tu paso vacías.

Pudo el mundo etéreo
de iconos malsonantes conmigo.
Pudo también,
el estudio a franjas de marfil y sombra.

Apuntaba y se quedó fuera de alcance
un buceo en lo abstracto
sin límite de oxígeno
que impida el avance.

Se quedó en cartón la piedra,
en carbón la pluma, en burla mis ideas.
Formé una inútil que soñaba y sueña
con ciencia y su independencia
con arte y su expresión
sin que un 'calla'
su objetivo consiguiera.

Se estropeó el diario tras fracasos acumulados,
un cariz cutre de antemano
en acciones ya sin reparo.
Unas consecuencias imperativas
que dicen adiós
a la vida música y científica
que empezó y tanto quería.