Nací con prisa,
con la alegría de unas vacaciones
entre final y final.

Recordé pronto el mundo
y eché en falta
quien me despidió
con el consuelo
de ahora nos vemos.

Te conocí
y sin embargo te encontré.
Me dejaste mostrarme
y sin embargo me recordaste
con quien quería quedarme.

Ignoraste que ya estaba hecho
y optaste
para mi bienestar
por cortejarme.

Le agradecí al viento
el consuelo de un de nuevo,
esta vez bien hecho
sin el amargor en la boca
de despedidas de otro tiempo.

Tengo manos para acariciar notas,
piel para dibujar tus manos
y ojos para guardar
todos los recuerdos
de tu cara
mirando a otro lado.

...

Soy consciente
y agradezco que te tengo
sin embargo tú
sólo desperdicias mi regazo
como casa en la que meditar
sobre lo irrealmente feliz
que te ha hecho
cualquier alma
que sólo pasaba.

Dice el que camina por la costa
que inevitable es
sorprendernos de otras
pero el valor carece de problema
y de valor carece el problema
cuando elegantes
las dejamos pasar con una reverencia
sin el miedo
al adiós
muy buenas.

Atentos novicios,

Atención a la relación.

Capturar con escopetas emocionales

y constante persuasión

una dama dependiente

a vuestro favor.

Hicieron de pantalla

las preocupaciones circunstanciales

en mitad del campo de batalla.

Me desquité con enemigos fieros

y me manché la cara

con la misma tierra

que hoy cubre sus cuerpos.

Nadie animó mi avance,

todos esperaban que cayera

desprevenida 

por culpa de alguna flecha.

Enervé a muchas bestias

que rugieron para salir de caza

como recompensa.

Reclamé los refuerzos de mi paciencia.

Nunca abandoné.

Ellos quisieron desistir

pero usé armas poco ortodoxas 

para obligarlos a pelear.

Hubo concilios de dirigentes en otros planos

que en burocracia

y palabras que se llevó el viento

se quedaron.

Los ataques aumentaron 

y llegaron por flancos poco esperados.

Con tensión saboreé 

la decisión de improvisa o perece.

Con la solemnidad del mártir

el Cáster dejó pasar soles y lunas

que,

mal hecho,

iluminó treguas y oscureció hordas

fáciles a nuestra ira

pero sigilosas en la noche

consiguieron someter

a algún hermano druida.

Hierve pero 

mejor calma. 

Aquí,

ahora,

las preocupaciones circunstanciales

hacen barrera

y cargo a ellas para llegar

a lo nuevo que piensas,

con fe de supervivencia,

a lo que crees que te has dado cuenta

y ejecutar aquello que te impida

querer que yo gane esta guerra.

El desierto vacío

de las ganas simuladas,

el interés ausente aditivo,

la mecha a la llama del

no le importo nada.

Apelan los poetas 

a la sensibilidad

y

a los pies en la tierra.

No es verso ablandarte

ante un quiero

no correspondido

solo por el miedo

a perder

lo que hubiese sido.

No es verso acunar 

los gestos regalados

con intención matrimonial

sólo por ser llamados hombres

considerados 

y con seguridad procesando

la industria de caricias

que jamás hubieses importado.

No tienes que hacerlo,

para por un momento

la información que recogen tus sentidos,

desde las manos a los oídos

y en el silencio de ese contigo

pregunta

¿a quién quieres en tu camino?

Tejer luces de luciérnagas en esta cueva

o tejer estrellas 

en el laberinto de hilos de almas

donde acordamos encontrarnos

cada vez que alguno se vaya.

Tejer en la cueva

y esperar la existencia

de quien puro ama,

confiado defiende,

y observador calla

a la criatura que entenderá

en el infinito de estrellas

y compacto de luciérnagas.

Embelesado por su gracia

y la elegancia

de dar cabida a inquietudes,

sin necesidad de explicarlas.