No sé,
en el claroscuro de tu mente acelerada,
en las esquinas a las que derivas tus pupilas,
heroínas de las sinceras palabras:
no miento
sólo porque aun
no conozco
todo lo que pienso.

Amistad y descaro.
Descaro es unirme a tu manada,
anunciada como princesa
ante sangre que no me toca nada.
Descaro es enfundarme una falda negra
para acudir a tus conciertos
y colmar de fotos
cada hueco de tu cuerpo.
Descaro es nombrarnos en mi casa,
a pesar de los titulares "cuidado,
segundo plato, vuelta y vuelta"
con los que desayuno,
de mañana en mañana.
Descaro es volver
a ser el tercer vértice,
día tras día
y que a pesar de la despedida,
los cambios y mi presencia advertida
te sigan brillando las pupilas
dirección por la arista
que no te lleva
a hacer mejores nuestros días.
Descaro son mi vaqueros,
tu mano tensada por las ganas
y el hilo de mi...
El camino de tierra,
los olivos, mi ombligo,
regar el albero
y las velas en lo negro.
Descaro es volver a la mesa,
a comer tarta de queso,
con el estómago ya revuelto
por nosequé historia de niñatos
y nosequé beso.
Descaro es acercarme inocente
a meterme entre tus brazos,
hablarte de izquierdas,
sonreírte y tú
procurar derechas.
Descaro es no ser desconocida
de los cordones de tu sudadera,
la que ya está mordida
y ayudarte en la tarea
cuando apenas era tu amiga.
Descaro es la toalla,
de cada noche
previa al pijama,
las gotitas que nacen en el pelo
y ruedan por mi espalda.
Descaro es gritarte éstos versos
y pasar
de la sonrisa y el te quiero.

Si es lo que necesitabas,
mírame,
no soy princesa, fotógrafa, modelo,
psicóloga ni cocinera,
soy la reina hecha huesos
del más puro descaro
moldeado a tu mero precio.