Formalismos infinitos,
cutres técnicas de escapismo,
entre estas paredes
de chapa laminada
con tornillos que ni intentan
dar mejor cara.

Espejos por ventanas,
quien mira es porque puede
quien no sólo calla.

Puertas blindadas
pero mal cerradas, encajadas
con desgana.

Y la luz de afuera
irreal, perlada
electrónica e implantada
en prados de cartón
en vez de tierra.
En vez de hierba
hilos de metal
y de decepción las flores,
por tallos muelles,
por pétalos desiguales piezas
de metálicos colores.

Campo infinito industrial,
no hay nubes
pero el cielo está
más bajo de lo normal.

Pulcra fe
desganada en el suelo
permitiendo a los ojos
ver más de lejos
y descubriendo un horizonte
en este mismo sueño.

...

Vagar por este suelo,
abrazar las rodillas
como consuelo

o mejor volver adentro
por la puerta por la que a nadie le importaba
que me escapara,
con los espejos
que por mucho reflejo
no queda nadie para mirar
si aun estoy para ellos.

En cualquiera no cambia
que no haya nadie más
en esta realidad
de eterna deshabita
humana.