Como las luces
de las grandes ciudades:
agresivas, cambiantes,
con prisa por contarte
nada importante.
Así toman
la consideración y la atención
por credo
las hormonas
sucumbiendo al auto-universo
en el que sólo a veces,
y no por ello soy incorrecta si me quejo
sólo están sus dedos.
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