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domingo, 2 de junio de 2013

Ojalá no necesitases
tu hada verde
para hablarme 
a las tantas de la mañana
para luego despertarte
y hacer como si nada.

A ratos voz,
a ratos suelo
por el que correr
buscando el eco
de algún te quiero,
si lo encuentro.

Y jugar con él
hasta que el cielo
llueva algún líquido de esos
por los que te proclamas hombre
entre lamentos.

Para nada,
porque en estatua acabas
a la luz del alba.

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