Las hormonas maduras
huelen dulce
como la madera sobre los huesos
y el carbón
sobre los regalados
pensamientos.
Mis manos no están vacías
se ahuecan, como yo,
a tu convexidad.
Sácame sin miramientos
de mi peor versión,
llana con severidad
las protuberancias verdes
ya secas,
ya fermentadas.
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