Hilos dorados cuelgan,
como melena,
de la boquilla de una cerveza.
Solitarios ermitaños,
no todos con la misma suerte
de ser guapos,
se enfrentan a la manada
en busca de acción
y un hada alegre
que les alce el ego de madrugada.
O pueden recurrir a la falsa inocencia
de las bolsas de contactos empaquetadas
y agregar fans a la lista de
a quienes impresionar tras una cam
para que me digan que valgo algo
aunque no me conozcan de nada.
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