Ignoraré que es lo fácil.
Ignoraré hasta el color,
las risas o el adiós,
pero no olvidaré el polvo
y la arena
del que los días se llenan.
Hablaré con los dormidos,
de noche y en sigilo
de por ejemplo
qué nueva flor
pegaría en el jarrón del salón
junto a la foto de familia
y la medalla de natación...
o les cantaré una canción,
en menor,
triste y con un espectacular adiós
antes de desvanecerme
con el sol.
porque él es quien le habla a los despiertos
y a los vivos,
el deseo.
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