.
No importó la luz,
ni el piano,
quizás no afinado,
cuando
me rasgó
en el papel,
o en las manos,
o quizás en ambos,
los acordes
que debía ponerle
a su voz
como si ella
y su lápiz escribiéndome
no fuesen suficiente.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario