La tara sensiblera,
la inspiración del abandono,
el esternón hecho hueco
y el cuervo empecinado
en que no somos lo correcto.
¿Cómo es la calma
sin ésta tara
que a ansias y de menos
te llama?
¿Qué me queda por saber
para dejar de compadecer
por el 'no' y la 'retirada'?
¿Se sobrepondrá la fe
a los pies de plomo
reforzados con obsidiana
cuando el próximo desertor
se prepare para otra marcha?
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