Escucho la condena,
el ruido y la histeria
pegadas a mis orejas.
No me retiene,
el racional azabache
se desliga
sin estresarse.
Le llamaron fuerte
y se creyó independiente
de hacerse emocional
entre cálculos y expedientes.
El cuervo ya no es ave
sino arcilla sin cabida
pues no quiso enamorarse
y jamás detectará
la decisión fallida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario