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martes, 25 de abril de 2017


Ay, mis plumas de carbón descarriadas,
si te hubiese llevado entre las manos
a donde de pico a pico,
en intimidad, me piaras.

Me caí de tus aguas por la cascada
a una charca con sanguijuelas
llamadas ansia.

En la orilla sentada
de una en una me las despego
por cada diferencia
que recuerdo.

La mente se calma
y el miedo cede al desapego
pero
¡cuánto te echo de menos,
mis plumas de carbón descarriadas!
Ojalá entre tu razón encontraras
que no habrá dos poetas
que te vean
con alas.


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