No hay cabida
a versos finos
que empujan brutos
por lamerte los oídos.
Ellos quieren
un hueco sincero
en el espacio y en el tiempo
sin leyes ni predisposiciones
por catatónicas experiencias
circunstanciales.
Un alivio al mensajero,
un derecho de afirmar,
probablemente
con lágrimas y besos,
la irrevocable elección
de nuestros verdes quieros.
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