Ya no es familiar
el arco de tus cejas,
ya no es natural
la estampa
de nuestras caras
pegadas por las orejas.
Parece que nunca ocurrió,
como si de un desconocido se tratase
que mis días ni movió,
ni hizo por tomar parte.
Quizás es lo natural,
y las campanas de desenlace
tendrían que haber parado
cualquier quiero mal fundamentado
nada más empezar.
Como si cada esfuerzo nunca nos hubiese acercado
a hacerlo perdurar.
Como si cada esfuerzo no me acercase
a hacerlos durar.
Como si al esforzarme se me quitasen
las ganas de que ninguno vaya a más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario