Tú eres costa abrupta,
te ríes y soy sal disuelta,
en tus acantilados,
las olas lo besan.
Las plantas cuelgan,
divertidas,
con sus manos abiertas
y se declaran únicas
formas curvas
entre tanta piedra.
Te resbalan gotas,
perdiendo la piel en tu roca,
de vuelta al mar,
entre tus huecos,
pero sólo
por volver a ser olas.
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