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jueves, 24 de octubre de 2013

-Op.1

Las suelas de mis zapatos por aquel entonces
aun se pegaban al suelo
ya fuesen por nuevo
o quizás por propio deseo.

Piel que hacía competencia en color
con la madera
centro de gravedad de mis ideas
y de mis ganas,
no identificadas,
de estar cerca.

Para cuando llegó el hasta luego
ya había memorizado
tus muñecas, tus brazos
y tus manos
humildemente entrelazadas
sobre tus rodillas separadas
altar de esa nueva voz encumbrada.

Otra vez te esperé en la entrada
sentada en escalones de espaldas,
antes de parar
arrastraste tus pies
y antes de llamar
me tenías en el dintel. 

Tú ríe
que ya buscaré yo las formas.

Se nos quedaron cortas las horas
y se me alargaron los arañazos
que me daba por dentro
por saber qué callabas.

Cuanto más hablabas
más guardabas
hasta que lo dijiste todo
sin importar qué pasara
para entocnes yo ya era
la sombra a tu luz
de tu bufanda.

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