Se respira el aire
que remueve, a jirones,
los restos desechados
de pieles escamadas
por animales desertores.
Se inclina y declina
la luz de antiguos versos
entre hilos con los que dormimos
en el inmediato ocaso
de éstos lares y nuestro descaro,
Remueve el aire a jirones
éstos restos desechados
y el cuervo hila fino
a bocanadas de miel,
como oro líquido
que reluce y reinventa,
callando sinos,
empujando preferencias,
lo desordenado a mi oído
si el orden a mi sordera.
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